sábado, 8 de octubre de 2011

¿Burócrata yo?

Tanto papel y burocracia me tienen ocupada. Como cada inicio de curso.

Deben pensar "los de arriba" que 25 alumn@s es poca cosa. Que la diversidad se atiende sola, que la creatividad aflora en las paredes, que la espontaneidad se planta en tierra o, que la innovación nace de la desgana.
Desde cualquier miembro del equipo directivo pasando por todos los niveles educativos y terminando por los conserjes, sufrimos esta "ocupación" al inicio de curso. Y lo que es peor, no solo al inicio.
Y sí, llamo ocupación a las programaciones, memorias, tablas de control, temporalizaciones, informes, fotocopias, plazos... ¿os suena?

El resumen es sencillo: mi tiempo lo ocupo en montañas de papeles y dejo de ser maestra en esencia para ser programadora compulsiva. Dejo de pensar en mi alumnado, en mis clases, en sus necesidades y, en definitiva, de pensar... Y parece que esto a la administración, le va.

Y bien, ¿es necesaria tanta burocracia? No es por nada, pero a mi la burocracia me nubla la creatividad y las temporalizaciones me cuadriculan la cabeza. Digamos que en el término medio está la virtud, porque la improvisación, la espontaneidad o la adaptación son igual de importantes en el aula. Y no me refiero a la improvisación del que llega a clase sin tener ni pajolera de qué hacer. Eso no es improvisar; es echarle morro al asunto.
La respuesta tal cuál se plantea me indigna tanto porque no puedo dejar de pensar que la burocracia es un fin en sí mismo. Y que me distraigan, me molesta enormemente. Que no me dejen trabajar, más todavía.
Simplemente: los papeles no pueden dejar de ser medios para ser fines.

Y como dicen en ventanilla: vuelva usted mañana.

Firmado: una maestra ocupada más de lo normal.


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